Tu blog, tu emprendimiento.

Tu blog, tu emprendimiento


¿Sos lectora regular de este blog? Entonces sabrás que desde hace algunas semanas, estoy anunciando un cambio de propósito -no de estilo- y por lo tanto, probando estrategias que transformen La Desmesurada en un negocio a mi manera. 

Por eso estoy leyendo mucho, participando de un proceso de mentoría con otras nueve mujeres que emprenden online y llevando a la práctica algunos de los contenidos teóricos que voy aprendiendo para testear si me siento cómoda con ellos.

No es que sea un proceso complejo pero sin duda es agotador. Es agotadora la incertidumbre, especialmente para mí, que hasta el momento tenía un trabajo con todos los beneficios y la certeza de la función pública. Es agotadora la búsqueda del estilo personal y por lo tanto, el constante ensayo y error. 

No tengo reparos en escribir que en estos últimos dos meses cometí más errores de los que desearía. Errores que forman parte del camino que empiezo a recorrer. No me avergüenza decir que las funciones operativas me complican la vida. 

Desde tramitar una tarjeta de crédito a gestionar una cuenta en Pay Pal, me genera un tipo de ansiedad que reconozco claramente como un paso fuera de mi zona de confort. Especialmente porque elegí un tipo de tarjeta que consideré la más acorde a lo que quiero y tiene sus propias reglas. Así que de buenas a primeras, me desayuné de las características propias de las tarjetas internacionales pre-pagas. 

¿Qué es una tarjeta internacional pre-paga? Una tarjeta de crédito sin límite de compra porque está supeditada a que deposites el monto disponible. No tiene un cargo mensual sino bianual y permite abrir una cuenta en Pay Pal. 

En mi proyecto necesitaba implementar una forma de pago, por lo tanto, tener una cuenta Pay Pal era un paso obligado. También lo era para adquirir cursos y productos digitales que quería leer yo misma porque ¿cómo ofrecer infoproductos si no contrasto lo que puedo producir con la oferta existente?

Como mis planes son para el 2016, decidí que este último trimestre del año era el momento de implementar estos detalles" técnicos. Y claro. Me equivoqué por desconocimiento y por ansiedad. Afortunadamente, tengo las suscriptoras más amables del mundo, de lo contrario, me habrían dejado sola en la mitad del viaje.

En primer lugar, me equivoqué por desconocimiento. Por no saber cuáles son las preguntas que se deben hacer, por desconocer las entidades de apoyo en las cuales consultar, porque era la primera vez que manejaba mis cuentas bancarias de forma digital y porque también era la primera vez que creaba una cuenta en Pay Pal.

¿Querés saber porque me enojé tanto conmigo misma? Porque después de esperar por días el código de verificación de mi cuenta, consultando obsesivamente en línea desde el celular, la madrugada de un viernes (a las dos de la mañana) descubrí que ya tenía los dichosos cuatro numeritos. 

Sí. Sé lo que estás pensando. ¿Qué hacía despierta consultando mis registros en línea un viernes a las dos de la mañana? Bueno, creo que ahora se entiende un poco mejor el nombre del blog. Por eso. Porque soy desmesurada. Una mujer sensata, habría apagado el celular, se habría dispuesto a dormir y en la mañana, descansada y sin apuro habría verificado su cuenta. 

Después de esperar diez días, esperar unas horas más no mata a nadie, Pero ese tipo de acciones prudentes no son las que me caracterizan. Yo me levanté de un salto para ir a la computadora y, entre la ansiedad y el sueño, en lugar de verificar mi cuenta, generé un nuevo proceso de identificación que invalidó el código que acababa de recibir. 

Confirmando el extendido mito sobre las rubias, había cometido el error más incomprensible por pura ansiedad.  Por no leer con atención. La palabra "frustración" no describe cabalmente la forma en la que me sentí. Después de tanto esperar, tenía que postergar toda mi planificación por un impulso que no supe dominar.

Cuando realice el balance anual de mi experiencia, este error va a ser simplemente una anécdota y un paso más en el proceso de aprendizaje. Equivocarme es una de las posibles formas de aprender, al igual que decidirme a participar de una mentoría para mejorar mi experiencia y ofrecer los mejores productos del conocimiento que sea capaz de crear. 

En general, supero con rapidez este tipo de situaciones. Esta vez, el comienzo de la gripe más larga en mi vida confabuló en contra y me costó un poco más reponerme de la sensación de ser incompetente. Eso si no hilo más fino y asumo que la gripe es el resultado de sentirme incompetente.

Como verán, nada es insuperable. Acá estoy, vivita y coleando diría mi abuela. Los obstáculos son oportunidades y ya cuento con un poco elegante pero efectivo botón de Pay Pal.

El lado oscuro de emprender online.


Por otro lado, me encontré con las sombras de emprender. No me refiero a las sombras propias sino a esa parte que no había previsto: los comentarios externos. Francamente, nunca me cuestioné respecto a la respuesta ajena a mi proyecto porque, como actitud vital, prefiero concentrarme en ofrecer lo mejor de mí sin especular sobre qué pensarán o no pensarán otras personas de lo que estoy haciendo. 

Suelo ser cuidadosa de no ofender y si algo resulta molesto y me lo notifican, rectifico porque me parece de rigor el respeto. Siendo cauta con mis expectativas para esta primera etapa, elegí realizar una prueba interna. Una versión informal de un programa, sin gran inversión económica, solo para suscriptoras. De modo que, cuando llegara la presentación del ofrecimiento pago, quienes lo recibieran fueran solo el núcleo de mujeres que eligieron  seguir el curso gratuito. 

De acuerdo a las variantes de los lanzamientos en línea, lo que hice no fue promocionar sino anunciar mi proyecto. Aún así, hubo momentos en los cuales me sentí incómoda con lo que considero insistencia y entre las pautas de lanzamiento es mera reseña informativa. En fin... lo cierto es que el grupo de suscriptoras es muy modesto, con lo cual:


1- Mi proyección de venta es escasa.

2- En general, está formado por lectoras de La Desmesurada, que me siguen por amabilidad y simpatía aunque no tengan intenciones de comprar nada que ofrezca.


Estos dos hechos estaban muy asumidos en mi planteo. Claro. Hubo otros que no logré visualizar. Como, por ejemplo, recibir comentarios que te descolocan por horas. Bueno. Al menos a mí, este tipo de mensaje me descoloca. Logran lo que no deberían: pierdo todo tipo de motivación el día que los recibo. 

A pesar de ser desmesurada, no me provocan indignación sino desconcierto. Cuando el desconcierto se diluye, comprendo la lección y sigo adelante. Pero, sin duda, recibir este tipo de mensajes es para mí, el lado oscuro de emprender online.

La era del hielo del emprendimiento.


Llegamos a la última de mis experiencias como emprendedora en las últimas semanas. Esta no es en el mundo online sino en mi proyecto como organizadora de eventos. Sin embargo, puede aplicarse perfectamente a la situación de emprender en línea.

¿Alguna vez te planteaste el tema de "la competencia" o "la copia"? Te cuento algo: yo no. No considero la competencia más que referencialmente y la copia no me desvela. De hecho, puede ser indignante, supongo, pero no forma parte de mis pensamientos.

Hace un par de semanas, fui con una de las novias Ciruela a visitar el salón donde va a realizar su boda. El objetivo de la visita era dimensionar el espacio y sus posibilidades. Especialmente las posibilidades de decoración en altura. Discutir aspectos básicos de organización del espacio, realizar mediciones y retirarnos sin más trámite.

Nuestra visita, coincidió con la preparación de una ambientación de boda para esa misma noche. Con un equipo de cuatro decoradoras, una coordinadora y dos electricistas trabajando en la colocación de una red de luces decorativas en el exterior. Al ingresar al salón, saludamos y nos dispusimos a observar los detalles que nos interesaban a Caro, la novia y a mí. 

Aunque confío en mi memoria visual, suelo tomar fotos de los espacios y de los detalles específicos del salón que los novios quieren destacar. Por lo tanto, registro mis visitas en fotos.

Luego del quinto disparo fotográfico, la encargada del salón nos comunicó la molestia de la decoradora por las imágenes y juro, que me tomó desprevenida:

- No lo consideré ético ni anti-ético porque no estaba focalizada en su trabajo sino en la ambientación del casamiento de Carolina. Estaba proyectando, no observando.

- En todo caso, alguien que realiza tal despliegue de medios, no debería preocuparse por mí y mucho menos, de que le copie. Pensar en la copia, me parece una actitud de otra época. Post Pinterest no hay imagen que no esté en línea. 


Evidentemente, me disculpé y garanticé que iba a borrar las imágenes, volviendo en otro momento en el cual no hubiese un equipo trabajando. Pero fue como un balde de agua fría. A veces me cuestiono si con mi actitud desmesurada, esto de emprender no es una misión kamikaze. 

Queda claro que mis reglas de funcionamiento no están acompasadas con las del medio. Por lo visto ni online ni offline. No porque me considere especial sino porque, claramente, no comparto ciertos patrones de conducta.

Esto no quiere decir que sea una santa con perspectivas de futura canonización. Mil veces observo propuestas que no me gustan o me parecen inadecuadas de alguna forma. La envidia no es una emoción para mí. Nunca lo fue. Pero sí siento mucha curiosidad sobre los mecanismos que conducen a logros académicos o de difusión a personas que para mí, no tienen méritos reales. Lo dicho: no soy una santa.

Jamás de los jamases, haría un comentario negativo al respecto. Mucho menos un comentario devastador que se disfraza de halago. Tampoco me da vértigo pensar que me plagien, porque no hay nada nuevo bajo el sol y porque quien necesita hacer algo de esta índole, tarde o temprano cae por su propio peso. Quizás obtiene algunos beneficios inmediatos y fáciles pero sin duda no va a prosperar. Confío en los lectores y en el hecho de que cada uno tiene su estilo y por ende, el tipo de público sensible a sus características.

Mi blog, por ejemplo, es para lectoras. Por lo tanto, quienes llegan a buscar soluciones rápidas, huyen despavoridas. Soy consciente además, que el cambio que estoy realizando supone el alejamiento de muchas lectoras que lo seguían y disfrutaban en su forma original. No me encanta esta situación pero respeto la postura de quien no quiere volver a un blog que se está "profesionalizando". 

También me incomoda el aspecto móvil de la comunidad de lectura de un blog profesional. No te voy a mentir: sufro una desilusión cada vez que alguien anula su suscripción. Comprendo que así funciona en esta etapa inicial: alguien que llegó casualmente por el curso gratuito, luego del segundo mail de promoción del Programa, se aburre y se retira. 

Lamento que no tenga en cuenta que el 80% del contenido futuro es de valor e igualmente gratuito pero puedo comprender que de esta forma va a ser hasta que me consolide. Por el momento, detengo por aquí la reflexión porque sé que sos lectora pero tampoco quiero abusar.

De inicios y despedidas.


Como verán, no estaba de parranda. Estaba trabajando. En mis proyectos y mis emociones, mientras mi cuerpo trabajaba contra la gripe. Espero que en el proceso de cinco días, no se haya olvidado de mí mucha gente y que hoy obtengas de este post una visión de cómo estoy viviendo la experiencia de emprender. Porque la experiencia enriquece y si bien no te libra de cometer los mismos errores, te ayuda a enfrentarlos de mejor forma, con estrategias ya validadas o con la flexibilidad para adaptarte a una situación que te suena familiar.

Por lo pronto, mañana empieza el Programa en el cual comunico mi experiencia sobre organización de contenidos y escritura a quienes van a participar de él. Desde ya, infinitas gracias a todas las que participaron del curso gratuito y tuvieron la paciencia de sobrellevar los mail de promoción de la última semana. Serán recompensadas chicas. Serán recompensadas.

Mientras tanto, me despido pero no sin antes preguntarte cuál es tu opinión sobre los tres temas que están planteados en este post: sobrellevar los propios errores, la postura frente a la crítica -la que tiene buenas o malas intenciones- y la visión respecto a la copia o el plagio. Nada menos. Pero espero y confío en tu respuesta.