Punto final: ¿cuándo terminar de escribir?

Terminar de escribir un producto digital



Te confieso algo: si bien escribir no es un problema para mí, sí lo es saber cuándo detenerme. Tiendo al exceso, de lo contrario, este blog no existiría tal como es. Nunca escribí un ensayo, trabajo o post o cualquier otro texto que puedas imaginarte, con el que me sintiera totalmente conforme en el momento de entregarlo o publicarlo.

Una advertencia para mujeres con prisa: este no es un post práctico. Si bien ensaya una "teoría" para que aprendas cuándo decirle basta al afán perfeccionista, su fin es invitarte a pensar para que, la próxima vez que intentes sabotear tus propósitos, puedas poner pausa, editar y usar el punto final.


¿Te sentiste alguna vez así?



De pronto, se presenta la certeza incómoda de que podrías haber escrito "algo mejor". Creo que para las mujeres creativas toda creación pudo ser más perfecta de lo que es en su factura original. Salvo que se trate de nuestros hijos. En ocasiones, el malestar de "no-haberlo-dado-todo-de-mí" se transforma en síndrome. Entonces, te paraliza una fuerza superior a tu voluntad. 

No creas: es una fuerza sutil. No tiene la forma grotesca de una "mano negra" que te asfixia sino de excusas sedosas, todas muy bien diseñadas. Porque si algo tenemos las mujeres cuando nos empeñamos en ello, es "buenas razones". Tenemos "buenas razones" para todo. Aunque finalmente terminemos escribiendo, creando o haciendo lo que no se gesta precisamente desde nuestro razonamiento.

Entonces... ¿Cómo puedo saber si mi creación está terminada? ¿Cuándo le pongo el punto final al post?¿Cuál es el momento de terminar mi ebook? Nos cuestionamos para iniciar lo que sea y procrastinamos todo lo que es posible pero no creas que cuando tu creación vaya tomando forma todo va a ser más sencillo. Para las que somos expertas en el fino arte del cuestionamiento, todo -y cuando digo "todo" es "TODO"- es motivo de duda y sentimiento de insuficiencia.

¿Por qué? Porque siempre podemos dar un poco más. Estoy segura de que te asiste la razón. Pero si mañana es posible dar más es porque hoy te dejaste de cuestionamientos y pusiste el punto final.


El punto final.


Tampoco es que sea un tema exclusivo de las emprendedoras creativas. También lo hacemos con los trabajos, los vínculos sociales e incluso con los amores. Sabemos que algo ya no tiene sentido para nosotras pero, antes de preguntarnos por qué y buscar la respuesta, tendemos a buscar excusas o culpas. 

Culpamos y nos culpamos. Por pura comodidad, porque es más cómodo buscar culpas que responsabilidades. Porque es más "cómodo" sentir culpa que hacer algo para cambiar. Aunque si me preguntan (y si no me lo preguntan, de todos modos lo voy a escribir) la culpa no tiene nada de cómoda. Lo dice una perfeccionista culposa. ¿O creías que yo era diferente? 

Te cuento qué vas a hacer para evitar pasarte el resto del año pensando en lo que deberías terminar y aún no terminaste. Lo primero que vas a hacer el ponerle fecha. Es una simpleza efectiva. A tal punto que, como es efectiva, no me importa escribirlo aunque sea una simpleza.

La mejor forma de evitar postergar el punto final por los tiempos de los tiempos es establecer una agenda. La idea es usar fechas límites para entrenar a tu cerebro en la acción. Porque cuando percibe que algo tiene tiempo indefinido, se toma un tiempo indefinido en ponerse en marcha.

Sin excepción: si tengo "mucho tiempo" -o no tengo fecha final- me tomo mucho tiempo sin dudarlo. Por eso: me pongo fechas aunque no las necesite y trato de no hacerme trampas al solitario.

Hacete un favor: apegate al presente.


Si mientras estás escribiendo tu mente viaja a cómo vas a promocionar y vender, estás disipando energía. En el momento que estás escribiendo lo único realmente urgente e importante es escribir o crear, en el caso de que tu tarea creativa sea otra.

Imaginar todos los escenarios posibles de un futuro hipotético con anuncios, una página de ventas y campañas de promoción no hace más que distraerte. Es el "síndrome del objeto brillante", uno de los sofisticados recursos que utilizamos cuando no queremos concentrarnos en el presente y hacer lo que tenemos -y sabemos que tenemos- que hacer. 

Cuando era adolescente, decía que no podía estudiar matemática si mi dormitorio no estaba "perfecto". Claro, "perfecto" significaba mover todos los muebles y limpiar hasta la última mota de polvo. ¿Era necesario? ¡Claro que no! Es que había encontrado la excusa para postergar el momento.

Dividir para ganar.


Pensar en un horizonte lejano no hace más que abrumarte. La mejor estrategia es segmentar, establecer metas a corto plazo e irlas cumpliendo con una agenda de fechas flexible. Pensar en escribir cien páginas en 48hs de pronto te parece poco realista y por el simple prejuicio de imposibilidad, ni siquiera escribirías la primera.

Ahora, si la propuesta es dedicarle dos horas de tu viernes a escribir una introducción, y la mañana del sábado a escribir un desarrollo. El domingo escribirías la conclusión y el ebook está pronto. No es una obra maestra. Es cierto. Lo más probable es que necesite corrección. También lo comprendo. Pero tiene un poder superior: existe. Lo que te queda hacer es pulirlo. Mejorarlo. Añadirle imágenes, gráficas y se entrega al mundo.

Concluyendo.


El mejor momento siempre es ahora. Cuando sientas la tentación de pensar "no puedo", que se transforme en cuánto de lo que podrías ofrecer queda dormido y sin ayudar a otras personas. Al menos a mí me funciona pensar que un post como éste puede invitarte a reflexionar sobre lo que puede ser tu contribución a un mundo online. 

En el mundo online falta tu voz porque lo que faltan son tonos auténticos de personas que conocen el tema del que escriben y lo hacen con el real propósito de mejorar la vida de otros seres humanos. Sea al nivel que sea.