Hacer la diferencia como emprendedora en 90 minutos.

Hacer la diferencia como emprendedora en 90 minutos.



¿Se puede ser diferente entre tanto emprendimiento emergente? ¿Se puede escribir un blog único cuando existen millones con el mismo tema? Si te cuestiona darle respuesta a estas interrogantes, quiero contarte algo desmesurado: no se me ocurre que puedas ser de otra forma que no sea "diferente".

Porque si te percibieras idéntica a todos los otros espacios que se dedican al mismo tema, entonces tenemos un problema de fondo, no de forma. Me explico: no es que hayas elegido un tema demasiado transitado que no te ofrece la posibilidad de innovar. Es que todavía no descubriste que la diferencia la hace tu identidad. Hasta donde entiendo, aunque encuentres alguien que comparte tus pasiones e incluso una historia personal similar a la tuya, no puede ser vos. 

Sos esa confluencia de relatos que te habitan, muchos se parecen pero en tu vida tienen un patrón único. Por eso, si todavía no te permitiste encontrar tu matiz es el momento que pienses que de poco sirve que encuentres el cliente ideal. o pienses en cómo llegar a esta audiencia esquiva. Tampoco que experimentes con técnicas para vender más y mejor. Cada uno de los pasos dados para crear tu plan maestro para emprender no tiene dirección real hasta que son tus pies los que hacen el camino.

Tu emprendimiento es un relato como tantos otros en tu vida y necesita una protagonista. Ya veremos quiénes interpretan los papeles secundarios. Sin embargo, en tu negocio solo se admite un papel protagónico. ¿Quién querés que lo interprete?

¿Quién es la protagonista?


Tu vida se parece a un perpetuo dejá vú. Aún teniendo la impresión de que esto ya lo viviste, volviste a tropezar y con la misma piedra. Entonces te asalta la rebeldía: ¿Cómo puedo ser tan necia? Seguramente encontrarás adjetivos que te adornan de la forma menos amable, porque frente a la impotencia tu primera reacción es la autocrítica. Feroz. 

Para extremistas, las desmesuradas tenemos un don. Cuando nos sentimos "poderosas" lo hacemos con grandeza y cuando nos sentimos poco valiosas acudimos a un rosario de adjetivos con los cuales nos empezamos a calificar cuando amanece y da la medianoche y siguen allí, dando vueltas en tu cabeza.

¿Nunca te regalaste con cientos de adjetivos calificativos de esos que duelen? Y ni te cuento si se te ocurrió pronunciarlos en voz alta. Quienes nos rodean tienen el molesto hábito de percibir lo que decimos despectivamente de nosotras mismas como verdadero. Por lo tanto, si vas por la vida regalándote insultos, tarde o temprano los vas a recibir como un eco de tu entorno.

Si algo es importante en este post es la siguiente idea: es fundamental silenciar a tu impostora. Callar esa voz que te impide ser protagonista porque es la que te mantiene paralizada donde estás y no te deja ir más allá de donde alcanzan tus brazos. Tu mirada es capaz de ver más allá de esa área claustrofóbica en la que te encierran las palabras que niegan tu potencial.

Pensalo de esta forma. Tenés la feliz posibilidad de transformar tus días en lo que quieras. Probablemente tengas un trabajo de tiempo completo, una familia, compromisos, responsabilidades y cientos de "tareas de mantenimiento" diarias.

Las "tareas de mantenimiento" son todas aquellas que no colaboran con tu plenitud como ser humano pero son necesarias para sobrevivir. Entre otras cosas por que los hijos tienen la molesta costumbre de comer, ensuciar ropa y desordenar los ambientes que cruzan como si fueran fuerzas de la naturaleza (y se dan el lujo de ponerle nombre de mujer a los huracanes)

¿Es posible evitarlas? Hasta que dispongas de un séquito de ayudantes, las tareas de mantenimiento son inevitables. Por lo tanto, te espera la tarea de re-organizar tu rutina, liberando 90 minutos al día para ser y sentirte la protagonista del relato que estás viviendo. Porque nada genera más sensación de estar alienada que dedicarle 24hs a las tareas de mantenimiento sin detenerte ni medio segundo a reflexionar.

Sobrevaloramos lo que podemos conseguir en 12 meses pero tendemos a infravalorar lo que podemos lograr si dedicamos una cantidad mínima de minutos al día exclusivamente a nuestro crecimiento. 90 minutos diarios son casi 548 horas en un año: más de tres semanas dedicadas a crearte a vos misma. 

Entiendo, no es sencillo obtener esos días de dedicación exclusiva salvo que te retires al Tíbet rodeada de monjes, seas la Julia Robert en una película que aumenta los índices de depresión maternal porque por más que hagas cuentas no es posible dedicarle tres meses a comer, mucho menos a rezar y de amar hablamos otro día. O te declaren en cuarentena con una peligrosa enfermedad contagiosa y termines encerrada en un área restringida con acceso a internet (qué triste cuando esta posibilidad me resulta seductora)

Sin embargo, 90 minutos por día no parecen tan difíciles de conseguir: te levantás antes, te acostás más tarde. En definitiva es un período acotado de tiempo. Nadie dice que el resto de tu vida te vas a tener que despertar antes de que salga el sol para abarcarlo todo. Cuando tengas un rato más, dedicás un rato más. Cuando tengas un rato menos, dedicás un rato menos.

El gran secreto de emprender es ser lo suficientemente flexible para desaprender hábitos y aprender a aprender. También, lo suficientemente flexible como para comprender que planificar es necesario y tan necesario como planificar es saber adaptarse a las circunstancias. Entonces...

¿A qué vas a dedicar tus 90 minutos diarios?


A desaprender lo mal-aprendido. A  consolidar fortalezas y comprender debilidades (no sirve de nada luchar contra ellas y mucho menos negarlas) A seguir leyendo este blog y compartirlo. Porque compartir, enaltece.