Minimalismo y frugalidad.

Minimalismo y frugalidad


Este post es una promesa dilatada en el tiempo, porque la idea de escribir sobre minimalismo y frugalidad existe en mi imaginación desde hace diez años. Se dice pronto, pero son demasiados días de maceración un texto. Al menos, para mí. La contención no es una de mis virtudes y tiendo a la acción. Hablemos hoy de una historia de minimalismo y frugalidad: vivir con menos objetos y más sentido.



Minimalismo y frugalidad biográfica.



Minimalismo y frugalidad son temas que me comprometen desde que tengo memoria. Tengo una asombrosa facilidad para desprenderme sin pena de cualquier objeto. Durante la adolescencia, me gané justificada fama de ser responsable de "misteriosas desapariciones" en mi casa. 


Las siestas de los domingos fueron testigos de salvajes limpiezas hogareñas. Así, se perdió el rastro de una taza con forma de pecho femenino (sí... yo tampoco lo entiendo), estatuas de porcelana y decenas de objetos repetidos que permanecían inmutables en sus estantes al medio día y a las cinco de la tarde, habían desaparecido. 


Minimalista y atrevida. Todavía escucho -con la voz de mi madre- el estribillo diario: "Cuando tengas tu casa...". Esa "tu casa" no se materializó tan pronto como hubiera deseado. Antes de llegar a ella, viví con mi novio en su apartamento y me aburrí de tirarle cosas. Hoy lo pienso y percibo que mi ceguera fanática no me permitía comprender que era irrespetuosa.


En ese momento, lo sentía como un deber impostergable y necesario. El argumento era tan sólido para mí, que me costó entender el esfuerzo de paciencia de quienes me rodeaban. ¿Qué ser humano no quiere vivir mejor? Para mí, sin duda se vive mejor en un espacio ventilado, limpio y despejado de objetos. Sigo creyendo en eso.


El detalle omitido en mi argumento es que la decisión de tirar o donar se aplica a pertenencias propias, acordando sobre las ajenas con su respectivo dueño. Me llevó algunos años más llegar a la templanza para observar sin sufrir una habitación llena de cajas que yo, tranquilamente habría donado o regalado sin el menor remordimiento. 


El fanatismo frugal moderado con los años.


Quien comparte mi espíritu minimalista, comprende a lo que me refiero y lo que significa domarlo para vivir en sociedad. Sin duda los años se encargaron de esa tarea. La maternidad también hizo lo suyo. Luego de ser madre aprendí qué significa la expresión una casa "vivida". Incluso llegué a apreciar las fotos más bizarras de una web que hoy ya no existe, Casa Chaucha. 


Minimalismo y frugalidad


Hoy entro en la casa de mi madre y siento deseos de poner en una bolsa oscura todos los souvenirs de los estantes, pero no lo hago. Puedo almorzar sin cuestionarme filosóficamente la necesidad de conservar en un mismo estante el recuerdo de nacimiento y de los quince años de la misma persona. Y sin indigestarme severamente en mi propio minimalismo y frugalidad. 



Minimalismo y frugalidad: postergar tiene su propósito.



Minimalismo y frugalidad son una elección. Una elección que, al menos en mi historia personal, no estuvieron exentas de conflicto. Quizás por este motivo, no escribí antes sobre el tema. Supongo que necesitaba asentar mi forma de vivir. También fue necesario llegar al punto en el cual me importa poco la opinión ajena.


Mi propósito es escribir por el placer de escribir de un tema que forma parte de mi ADN y que deseo compartir con quienes sienten y viven de la misma forma, adoptando minimalismo y frugalidad como estilo de vida. Una visión honesta del camino recorrido para simplificar la existencia, con la decisión de crear significado y experiencias.

En ese sentido, no me interesa quién vive en menos metros y con menos objetos. Yo elijo, no me desgarro las vestiduras por ninguna idea. Pretendo la simplicidad como estilo de vida. Aprecio los espacios vacíos, la luz y el aire recorriendo las habitaciones sin obstáculos. 


Ocasionalmente, esta simplicidad puede confundirse con austeridad excesiva para quienes observan el espacio desprendido del proceso de habitarlo a lo largo del tiempo. El ejemplo más significativo de estas reacciones es el de mi propia madre. Mientras ella vive bajo el lema de "hay que tener", yo pregunto: ¿por qué?


Hay que tener diferentes artículos de cocina, limpieza, cosmética, vestimenta -seleccione el rubro de su preferencia- para diferentes usos. Tener, proporciona sensación de seguridad y control sobre lo que sucede en el entorno. Supongo que también la satisfacción de sentir "abundancia" material.


Mi mirada sobre los objetos es diferente. Prefiero los que pueden usarse de más de una forma y para las más diversas situaciones. Tampoco me desvelan las tendencias y no necesito cambiar mi decoración o mi vajilla por temporada, porque la que tengo es blanca, simple y me gusta. Poseo menos pares de zapatos que el promedio de las mujeres que conozco y aunque tuviera más, probablemente usaría cotidianamente los mismos.


Encuentro en minimalismo y frugalidad más beneficios que problemas y podría enumerar sin demasiado esfuerzo, por lo menos tres ventajas de una vida simple.


Beneficios de la simplicidad como estilo de vida.


Considero que el beneficio más significativo de elegir la simplicidad como estilo de vida es una considerable reducción del estrés. No solo porque siento particular placer de observar las superficies limpias y vacías sino porque de esta forma cumplo más rápidamente con las tareas diarias de mantenimiento. Posiblemente adores tu colección de miniaturas de diseño, pero ¿cuál es tu emoción al tener que quitarles el polvo que acumulan? 


De la misma forma, podría recurrir a uno de los ejemplos más habituales: el armario. ¿Cuántas de las prendas que hay en tu armario estás utilizando? Es más que probable que, más allá del número de prendas que poseas, por lo menos una mañana en la semana experimentes cierta ansiedad porque "no tengo nada que ponerme". Desconozco esta ansiedad. Mis prendas son pocas, básicas y apenas tardo cinco minutos en elegir que vestir cada mañana.


Por otra parte, la simplicidad en el hogar mantiene en orden las finanzas. Sin gastos impulsivos en ropa de temporada, objetos decorativos en tendencia o productos elevados a la categoría de indispensables por el marketing, es más probable mantener una línea de gastos moderada. Esto no significa que minimalismo y frugalidad no estimulen otro tipo de gastos asociados a mi filosofía. Por ejemplo, la elección de ciertos productos orgánicos, especialmente para la alimentación y la cosmética.  


Finalmente, el minimalismo estimula la creatividad. Antes de comprar un objeto nuevo para satisfacer una necesidad, voy a buscar la forma de adaptar lo que tengo para solucionarlo. Por supuesto que no tengo problema en comprar algo nuevo. Si realmente entendiera que necesito botas de lluvia para el invierno, las tendría. Si creyera que es elemental disponer de distintos tipos de cucharones, estarían los que más uso sobre la mesada de mi cocina. 


Sin embargo, no es el caso. Tampoco me considero una luchadora de la austeridad, porque la estética es una de mis debilidades personales.  Dicho de otra forma: me permito reemplazar objetos que son funcionales por otros que considero más atractivos. Porque es parte de vivir una vida más simple rodearme de aquello que tiene significado por su funcionalidad o su belleza.


La ventaja más relevante del minimalismo y la frugalidad.


La elección es absolutamente subjetiva pero no por ello, menos válida. Considero que el mayor beneficio del minimalismo y la frugalidad es despejar tiempo para lo que realmente es importante. Por supuesto, la definición de lo que es importante y lo que no depende de las prioridades personales. En mi experiencia, preocuparme menos por los objetos favorece mi concentración en temas que realmente me interesan.


Menos tiempo limpiando y ordenando, se traduce en en más horas de lectura y escritura. Un plan de alimentación basado en preparaciones de pocos pasos, me permite permanecer menos tiempo en la cocina y dedicarme a otras actividades que disfruto infinitamente más que cocinar.

Estas elecciones contribuyen a mi sensación de bienestar, porque puedo permanecer más horas en actividades que me enriquecen y sentirme menos atada a rituales de mantenimiento que si bien pueden ser necesarios, no colaboran con mi búsqueda del sentido.

¿Ya elegiste la simplicidad como estilo de vida? Si esta forma de ser y estar te parece liberadora o restrictiva, me encantaría conocer tu opinión en los comentarios. Soy toda oídos.