Jugar y aprender

Jugar y aprender

No deja de sorprenderme lo receptivos que son los niños pequeños y la velocidad con la que aprenden. Confieso que no es una emoción descubierta junto a Camilo, siempre me resultó increíble el potencial de energía y entusiasmo con el cual puden observar y comprender el mundo. Claro, una cosa es tenerme como observadora -fascinada pero desinteresada- y otra, muy distinta, tenerme como madre. A mi gordo le tocó difícil: mamá aprende con él. Mamá investiga y experimenta porque no deja de maravillarse con la capacidad de asociación y la memoria de su bebé. Soy algo así como una Piaget tercermundista, pero mis intereses son limitados. Pongámoslo de esta manera: la motricidad ni es ni será terreno fértil para mí, por eso fomento el aprendizaje del lenguaje y las herramientas básicas de comunicación gestual. Ciertamente tanto énfasis tiene su faceta negativa, a esta altura, Camilo podría participar en el concurso de ingreso a la Comedia Nacional: llora sin lágrimas, se ríe en falsete, finge emociones y puede variar los tonos de voz en función de las situaciones más inesperadas. A veces me pregunto hasta qué punto debo estimularlo y cuál es el momento en el cual tengo que, simplemente, dejarlo ser. Si alguien me quiere ayudar y contarme como vive este momento con su bebé de dieciocho meses...¡acepto consejos!