La adaptación al jardincito.

Y sí...finalmente nos adaptamos. Llevó días y todavía no estamos seguros de desear permanecer tanto tiempo lejos de las personas queridas, pero...tenemos muchos amigos. Si todavía estás en situación de búsqueda sin saber exactamente cómo encarar el tema,  podés leer mi experiencia en la elección de jardín de infantes. Si no, te invito a seguir leyendo mi opinión sobre estas primeras semanas.

Adaptación al jardín de infantes
Y sí...pienso en plural. Hace más de dos años que desconozco la primera del singular. Desde el 27 de febrero del 2009 somos "nosotros", crecemos juntos y nos adaptamos juntos. En las últimas semanas "las adaptaciones" vienen mejorando, pero estamos en un proceso largo porque el niño -según la mamama- "tiene carácter" y su mamá culposa algún que otro conflicto con los límites. Tan arraigado es el aprecio por la libertad personal que, a veces, me olvido que es necesario tener un marco de referencia. O peor, me cuesta reconocer cuál es el marco: dónde es imprescindible limitar y cuándo empieza la "castración" (perdón por el término freudiano, no encontré otro mejor) En consecuencia, este mes de mayo -con el valor agregado de la adaptación al mundo social- ha estado plagadísimo de rabietas. De los primeros desafíos a la autoridad paterna, digamos. Mi angelito decidió que morderme los cachetes es una forma de expresar amor, que es divertidísimo tirar todo elemento líquido en los sillones, que puede golpear los muebles con objetos contundentes y arrojar al piso cualquier cosa con el despecio de los olímpicos. Es duro, especialmente cuando me desconcierta y no sé cómo debo reaccionar, cuando siento que me harto a pesar de todo el amor que siento por mi pequeño tirano. Pero no todo son grises, también empezamos a descubrir el poder del lenguaje, oral y escrito y ha sido un maravilloso hallazgo. Sin dudas, las palabras que más me emocionaron en los últimos años las dijo Camilo el jueves pasado: "mamá, lee". Y claro, mamá lee.