¡Mi primera reunión de padres!


¡Mi primera reunión de padres!

Definitivamente, mi bebé es un individuo escolarizado. Y no lo digo únicamente porque asiste a una institución educativa y cumple sus rutinas sino porque toda la familia está involucrada en el proceso. En el jardín de Camilo nos entregan diariamente un cuaderno con los aspectos más "importantes" de la fecha: si hubo que cambiarlo, si interactuó con sus compañeros, si comió la fruta, etc. También se nos pone al tanto de las novedades del centro -las normas de funcionamiento para fechas especiales (los cumpleaños, por ejemplo), los materiales para el regalo del próximo día de los abuelos- y entre tantas noticias, la semana pasada nos llegó el primer comunicado sobre una "Reunión de padres". Bueno...no exactamente una reunión de padres sino un "Taller de padres" junto a la psicóloga de la institución. Con tiempo nos preguntaron los temas que nos interesaba tratar y supongo que existió unanimidad, porque la formulación final fue: "Límites: entre la firmeza y la ternura" 

Con el gordo tan enfermito de los bronquios, me cuestioné si era conveniente ir al Taller, pero una abuela dispuesta se ofreció a cuidarlo en casa para que no tomara frío. Para las que tenemos hijos tan chiquitos, éste no es un tema menor. Es el "Síndrome de Fedex" o dicho de otra forma (un tanto despectiva pero no por ello menos realista), el nunca bien ponderado temita de "dónde deposito el paquete", expresión acuñada por mi prima Carla con la experiencia de su segundo hijo. Por que si uno te cambia la vida, dos son toda una revolución. Así que, resuelto este iconveniente, allí marché para el jardincito. Con un día tan inhóspito y una inminente final de la Libertadores, las expectativas de asistencia eran pocas, pero cuando llegué me encontré con una considerable ronda de madres y padres, cohibidos y silenciosos. Grata sorpresa la mía al observar cuántos padres -de diferentes edades- fueron solos, esa actitud implica un cambio del rol masculino frente a la paternidad que no deja de alegrarme. Más aún cuando los escuché participando de la primera actividad: "Presentando a mi hijo/a", una dinámica grupal para hablar del tema que más nos interesaba a todos los presentes, nuestros respectivos niños. Yo particularmente conversé con la mamá de Matías y la de Tadeo, presentando a Camilo como un niño "lleno de energía". Para quien lo conoce, definirlo no requiere demasiado esfuerzo ni originalidad: mimoso, comprador, charlatán e inquieto. Un niño sano e inagotable, demandante, que se mueve desde que se despierta temprano en la mañana hasta que se queda dormido. Es decir, un niño de dos años: descubriendo el mundo y cómo actuar en él. No por conocer la teoría es menos tranquilizador escuchar a otros padres verbalizando lo "inquietos" que son sus hijos. 

Exceptuando contados casos, la mayoría de los niños de dos  años actúan como si se encontrasen en una adolescencia precoz: son negativos, oposicionales, desafiantes y rebeldes, con una energía contenida que por momentos se expresa en golpes y berrinches. Sobre estos aspectos se vertebró una charla amena y fértil. Sinceramente fue una experiencia enriquecedora, me tranquiliza saber que mi hijo comparte tantas horas con niños que tienen familias preocupadas por su integridad, capaces de cuestionarse sobre su posición frente a la crianza, dispuestos a escuchar al otro. Pero ese ya es asunto de otro post, en el cual voy a sintetizar por escrito las ideas fundmentales de este encuentro.