Hoy tengo ganas...


Hoy tengo ganas...

En honor a la verdad, estoy escribiendo porque me siento mal. Mi bebé se quedó llorando en el jardín y mientras caminaba de regreso a casa yo misma tenía ganas de llorar. Entonces tengo ganas de...


Quedarme en casa con Camilo (no sólo en vacaciones, ¡siempre!)
Comprarle los cerealitos que le gustan.
Regalarle un camión de bomberos gigante.
Mirar "Jorge el Curioso" hasta el cansancio.
Escuchar cien veces "El auto bochinchero".
Darle millones de besos en los cachetes "tentadores".

Lo sé: es una hiperbólica manifestación del sentimiento de culpa por "abandonarlo" en el jardín. Racionalizo la situación, intento despersonalizarla, pienso lo importante que es su socialización, pero todavía siento el vacío molesto en el estómago. Y sólo ahora entiendo a mi madre con eso de "lo terrible de ver sufrir a un hijo".  En fin, la autonomía puede ser dolorosa. ¡Qué lejos estoy de los ideales! Porque a pesar de todo discurso psicopedagógico, hoy a las cinco en punto -perdón Lorca- voy a ir a buscar a Camilo con su cereal preferido, el que tiene sabor manzana. Ya habrá terapia para eso (o sé exactamiente si para él o para mí)