Tengo dos años
Desde que nació es el príncipe del barrio. Como nieto de una "vecina de toda la vida", Camilo ha vivido sus primeros dos años saludando, besando y recibiendo halagos y regalos. A decir verdad, la picardía que le asoma en la mirada y el asombro que produce escucharlo hablar y dialogar con los vecinos, han ayudado bastante y lo cierto es que, a los veinte meses, Camilo tenía más vida social que su madre. Pero en estas últimas semanas lo que todos creían su "simpatía innata" ha cambiado radicalmente: se esconde en el coche para no saludar o mira a las personas como si no comprendiera lo que dicen. Entonces recordé algo que había leído hace un tiempo sobre la "timidez de los dos años".
Ahora: soy tímido.
Y a medida que lo vamos viviendo más me convenzo de que estamos atravesando "la adolescencia de la niñez". El niño de dos años se muestra reticente a los adultos desconocidos y, aunque participa de juegos grupales, aún no interactúa con los niños de su edad. Es parte de su proceso natural de maduración y no es conveniente obligarlo a besar a la tía abuela, ni rezongarlo por sentirse cohibido ante la presencia de personas que no pertenecen su ambiente familiar. También pueden observarse otras señales, como titubeos en el habla e incluso episodios de tartamudez.
Y bueno... por ahora, baila y canta para las tías pero lo vence la timidez cuando lo saluda Juliana y la única niña que ha llamado su atención viajaba en Copsa a Punta del Este y no hablaba su mismo idioma -no es una expresión metafórica, era sueca- Un comienzo algo complicado con el mundo femenino, ¿no son así todos los comienzos?