Mi hijo de 3 años: crónica del desorden.

Cuando tenemos un hijo de tres años es cuando comprendemos por qué los fenómenos de la naturaleza tienen nombres. Es que los meteorólogos también son padres. En un día cualquiera, ordeno y levanto varias veces todo lo que Camilo tira por lo largo y ancho de la casa, sin embargo, basta su paso por una habitación para que la escala de Ritcher trepe a 9.5. O explote!


Mi hijo de 3 años: crónica del desorden.
Atención: esto es una escenografía!
Desde hace ya algún tiempo no me obsesiona el orden. Vivo con un niño. Los niños desordenan (es uno de los silogismos que deberían enseñar en clase de filosofía) y aunque me esfuerzo porque mi pequeño huracán comprenda el valor de tener sus juguetes ordenados, es posible que hasta los seis años mis palabras no tengan demasiado significado para él. Si le sugiero que ordene su dormitorio para disfrutarlo con mayor tranquilidad, me responde que si está todo guardado no ve con qué puede jugar. Y me lo dice con la seriedad de un existencialista hablando sobre la nada. Entonces pienso que a los adultos nos pasa eso con tantas cosas... cuántas veces dejamos de usar algo simplemente porque no recordamos dónde lo teníamos? O que lo teníamos. Cuando me responde con mi propia lógica tengo que ponerme creativa para contestarle sin escucharme ridícula. Pero con suerte me limito a apelar a sus emociones: "Es que mamá se siente tan orgullosa cuando ordenás tu cuarto". Golpe bajo materno, efectivo si se dosifica con sabiduría. A veces, tengo suerte. La mayoría de las veces el cuarto de Camilo es el escenario de una catástrofe.

Mi hijo de 3 años: crónica del desorden.
Advertimos: Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.
Lo cierto es que el "complejo de Chele" (se acuerdan el que tiraba los zapatos?) como le llama mi amiga Claudia a esta conducta de destrucción expansiva, es propio de la edad. Y aunque no hay que dejar de insistir en las rutinas de limpieza, para que comprendan el valor del orden en la convivencia cotidiana, es una de sus formas de expresión en el juego. Creo que el niño tiene derecho a utilizar su espacio como le guste y se sienta cómodo en los momentos de juego libre. Luego ya tendremos tiempo de guardar jugando. Los ambientes en los que "no se toca" porque "todo se ensucia" no cuentan con mi favor. Una casa es para llenarla de vida y si el niño tiene la suerte de contar con una habitación propia, podemos permitirle ciertas libertades en ella, limitando la apariencia de "casa tomada". Supongo que es muy distinto cuando en un mismo espacio conviven dos hermanos o más. Allí las estrategias serán otras. Cómo solucionan el tema del orden las mamás con varios hijos? Por ahora, no lo sé. Que con un hijo, una sobrina y dos ahijados tengo para entretenerme un rato.