A mil por hora: crónica de una semana de trabajo.

Embarazo: siete meses

Después de seis meses, decidí volver a trabajar en mi "Ciruela". De a poco, intento volver a la rutina del trabajo manual que tanto disfruto pero para la que me faltaba entusiasmo desde que el Tata ya no está. Dicen que "la vida sigue" y una tiene que seguir con ella...así que esta semana, las ciruelas estamos a mil. Preparando tres cumpleaños: el de Federica, el de Francisco y el de mi ahijado Lautaro. Ya me había olvidado de la adrenalina previa a una fiesta y confieso que tengo que retomar el ritmo porque me había acostumbrado demasiado a las siestas de los viernes...

Entrevistas, visitas y Winnie the Pooh.


Así que, entre visitas a salones, diseños de Safari friends, autos vintage y Winnie the Pooh, los últimos días han estado movidos. También empezamos con la organiación del Baby Shower de Oriana y David. Elegimos las invitaciones y el tema...por ahora está en reserva hasta que todo este pronto, pero en breve comparto el motivo y la sesión de fotos de embarazo que estoy preparando para que Gilda tenga un recuerdo de su panza de siete meses. Ya improvisamos una "prueba de imagen" (no me digan que no suena re-profesional) el fin de semana pasado, pero la embarazada -que es coqueta por naturaleza- quiere estar preparada para posar. Léase: peinado, maquillaje y elección del vestuario. Seguro nos vamos a divertir un rato. Todavía me quedan muchas cosas por hacer y creánme, no soy de las que necesitan "vivir a full".  Lo mío es la filosofía de la lentitud, la vida slow o como quieran llamarle.


Un hijo que necesita atención.


Mientras tanto, aunque Camilo se declaró en rebeldía a una madre que no dispone de tanto tiempo para él, me tiene en un perpetuo asombro el respeto por todo bártulo cumpleañero que por estos días volvió a rondar la casa. Golosinas, centros de mesa, guirnaldas, apliques...pude dejar todo en la mesa del comedor sin temor a que los personalice en un rapto de inspiración como pasó en febrero cuando me adornó unas invitaciones de Peppa Pig porque les faltaba color rojo a su criterio. Hoy le tengo más miedo a los gatos que a Milo.  Fausto y Sara son una pesadilla con todo lo que tenga aroma dulce. Y ya que estamos les cuento que mi hijo de tres años decidió que tiene una hermana que se llama Mía (será una hija perdida del padre, porque lo que es yo, no la reconozco), declaró que quiere ser policía para poner a los ladrones en la cárcel (supongo que no tenemos que mirar más el informativo mientras él anda dando vueltas por ahí) justo en este momento, en el cual todo Uruguay vive una tragedia demasiado reciente y gracias a todas las fuerzas del universo, se le rompió la dichosa pistolita de chumbos.


PD: si alguien quiere dos gatos, hermosos y sanos pero más demandantes que un bebé de tres meses...ya sabe a donde escribir.