El tallercito

Un espacio para crear

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Un espacio para crear

Es muy curioso, cuando surgió el desafío Bla-d sobre talleres, hacía semanas que tenía en mente ocuparme de acondicionar un espacio para mí. La propuesta de setiembre fue un incentivo para poner en marcha ese plan anticipadamente ya que en el cronograma de "chapa y pintura" de la casa paterna, el paso siguiente es la cocina.

Me parece justo con la modestia de las imágenes, hacer un poco de revisionismo histórico. Con lo cual, se puede sin prejuicio ni perjuicio del lector, dejar de leer en este momento. Pero para la que quiera acompañarme, los hechos comienzan cuando me mudé, en marzo de este año. Con la mudanza, todas mis cosas y yo, dormimos durante meses un letargo de olvido. El duelo no fue un movimiento interno para mí, fue un desplazamiento físico a la casa en la cual crecí. Y cuando dos historias se funden, el desorden es inevitable. Demasiadas cosas, "demasiado ruido" diría Don Joaquín.  Cada una de ellas fue tomando su lugar donde pudo y de la forma que se pudo. Pero no hay dolor que no atenúe el tiempo y finalmente, los deseos de "hacer" (por puro placer y como parte de mi trabajo) comenzaron a dejarse sentir. En este asomo del deseo creativo tiene mucho que ver el entusiasmo de las artesanas emprendedoras que comparten sus creaciones, con imágenes increíbles y reciclados que me dejan con ganas de agarrar el pincel y pintar de colores todo lo que me rodea. Camilo incluido. De a poco, me fui re-encontrando con mis cosas y mis momentos: primero con el blog y luego con los objetos que me acompañaron siempre (papeles, telas, cintas, sellos, tintas, apliques, tijeras, pinceles...) Entonces, llegado este punto, necesitábamos dónde desbordarnos en eso que llaman "caos creativo". Ese lugar chiquito y luminoso es una habitación que está fuera de la casa, fue el taller de mi padre y cuando cumplí 15 años, la re-acondicionaron para ser mi dormitorio. En aquel entonces, la denominaba " Atelier". Era atrevida y pretenciosa que da miedo! En fin...con la mudanza el atelier se llenó de electrodomésticos replicados que no necesitamos, además de todos mis bártulos decorativos de ambientación para fiestas. Por ahora, lo que hice fue sacar todo para afuera y reorganizarlo: las cien latas de pintura seca, se van. Los pinceles, se quedan. El taladro y la lijadora....se quedan, obvio. Algún día me voy a animar a usarlos porque hasta el momento, tenía un padre habilidoso y dispuesto a hacer todo lo que le pedía. La batería rota, se va. La máquina de escribir, se queda! Y en ese tira y afloje, en esa lucha entre lo posible y lo ideal, hice espacio para una mesa  y acomodé todas mis cosas en un  ropero que fue de mi hermano. Esa es mi hazaña, por ahora. Como me entusiasmé, la semana próxima se viene la pintura y seguro encuentro más cosas para tirar y tantas otras para reciclar. Si llegaron a este punto, les admiro y agradezco el don de la paciencia. En  breve, será recompensada con muchas imágenes del cambio total!

(Entre nosotras, ejerciten su paciencia, porque tengo muchas virtudes, pero la velocidad de ejecución no es una de ellas...)