El sábado fue el Baby Shower de Oriana y David. Llovió todo el día, finito, con fuerza, a raudales, de todas las formas que se puede llover (detesto los verbos intransitivos!) Pero a quién le asusta la lluvia? Al fin de cuentas no es más que agua, innecesariamente molesta cuando una se había imaginado las mesitas blancas en el jardín lleno de flores...sin embargo, por algo eligieron esta madrina para Oriana, porque no iba a ser el clima el que evitara la celebración por la llegada de los melli.
Durante toda la semana mi no-marido me pasó el parte meteorológico religiosamente. Invariable: el sábado llueve. Mientras buscaba un "Plan B", me conformaba pensando: Bueno, capaz que no llueve tanto. Mirá que le han errado feo y dieron "alerta naranja" por una llovizna que apenas moja. ¡Pero esta vez, tenían razón! Y bueno...hay que apechugar y seguir adelante, a ver si voy a permitir que me desanimen unas gotas. Si llueve, nos adaptamos a las circunstancias: movemos muebles, los cambiamos de lugar (convertimos el dormitorio en un depósito: tuve que saltar por encima de los sillones para buscar mi ropa) y esperamos que vengan las mesas y las sillas alquiladas rogando que entren en el patio. Finalmente, entraron. Justitas, pero entraron. Lo demás vino solo y quedó bastante lindo, aunque las fotografías son algo borrosas y oscuras. No hay caso, todavía no aprendo a usar la cámara en espacios cerrados y las fotos me salen oscuras o "quemadas" de tanta luz. En fin, espero que aprecien la atmósfera de felicidad y festejo, que en definitiva, es lo importante en este caso.
Y con todo listo, a eso de las cuatro de la tarde, las invitadas fueron llegando. Se encontraron, conversaron y realmente le pusieron buena onda al momento. Cerca de las seis de la tarde, la lluvia cedió y paramos el tránsito! Porque mi familia es así: si tiene que dar la nota, que se note. Entonces si planificamos ena actividad, no nos conformamos con menos que detener el tráfico y recibir bocinazos. Cada una de las invitadas escribió un deseo para los mellizos que leyó para la futura mamá. Después de leerlos, los fueron pegando a los globos de helio que decoraban la mesa de dulces: salud, amor, familia, juego, fueron las palabras que resonaron una y otra vez. Porque eso es lo que queremos para ellos: que crezcan sabiendo que son parte de una familia que los quiere y los va a cuidar.
Luego, llevamos a Gilda a la calle (buscamos un lugar en el cual los árboles no detuvieran tantos buenos deseos...) para que soltara los globos y dejara "volar" todas las palabras que escribieron quienes la quieren a ella y a sus bebés.
Fue un momento emocionante para la futura mamá (y para mi ahijado grande, Lautaro, que estaba emocionadísimo) y si están por celebrar un baby shower es una idea para tomar en cuenta al planificar las actividades del evento.
Y nuestros deseos se fueron volando...
Felicidades! Los queremos a ustedes y a los melli. Ahora, contamos los días para verlos y llenarlos de mimos. Y a ver si nos damos besos menos apasionados que por ahora, dos son suficientes...