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| Adoro las calas! |
Como ya conté antes, desde hace seis meses estoy viviendo en la casa de mis padres. Que también fue la casa de mis abuelos paternos. Es un típica "casa chorizo" reformada por sucesivas generaciones sin otro criterio que la funcionalidad y las necesidades familiares en cada momento particular. Es grande, fría y está llena de remiendos. Pero también está llena de historia. Por eso, aunque en nada se parece al lugar que elegí para vivir con mi familia, no tuve corazón para venderla y decidí mudarme temporalmente, hasta que los contratiempos cotidianos propios de vivir en una casa vieja y sin mantenimiento atenuaran todo sentimentalismo. Sabiendo que no iba a contar con el presupuesto necesario para arreglarla y decorarla a gusto, asumí el desafío de "ver qué sale con lo que hay". Especialmente tomando en cuenta que muchos de mis muebles y accesorios -todos ellos elegidos pacientemente, creánme- se quedaron en casa.
En una primera etapa, tiramos, regalamos, vendimos. Después organizamos los espacios y dediqué la primera inversión de tiempo y recursos al dormitorio de Camilo, que todavía está esperando los toques finales. Ahora con la primavera, le llegó el turno a la pintura. De a poco, sector por sector. El primero de ellos fue el patio interior, el cual se veía de esta forma el día que nos mudamos:
Caos total! Bicileta, centros de mesa, cajas de todos los tamaños, dos mesas para ocho personas, la biblia y el calefón. Literalmente. Ordenar y pintar tiene un efecto increíble en un espacio porque aún sin llegar a ser lo que espero, puedo apreciar el cambio:
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| En esta fotografía descubrí que tengo que limpiar las sillas! |
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| El denominador común entre el Antes y el Después es mi cartera roja. |
Solo con pintura. Estoy segura de que en la pared frente a la mesa voy a colgar un espejo antiguo, algo estropeado por el tiempo, pero no creo que vaya a utilizar muchos complementos más. Soy "frugal"(para seguir el concepto de Marcela de Colorín Colorado) por naturaleza. En mi caso, la pasión por el diseño minimalista no es la respuesta snobista a la tendencia del momento, es la consecuencia de una vida de excesos. Excesivos objetos, muebles y adornos. Es un trauma de la infancia! Recién estoy comenzando y todavía queda un largo trecho hasta darle forma a las imágenes que tengo de cada ambiente. Paso siguiente: pintar las puertas y los marcos de blanco puro. Y de allí en más veremos, pero todo indica que la que sigue en esta lista de pretensiones, es la cocina.