Valija de vacaciones: viajar con niños.

Viajar con niños: Camilo y su osito

A ver... qué tengo y qué me falta:

- Voy a llevar los championes viejitos, así puede correr tranquilo

- Dos pares de medias. Capaz que se moja pisando algún charco, queda con las medias mojadas y se resfría. 

-Unas medias largas (por las dudas, las noches son heladas digan lo que digan los meteorólogos).
- Dos pares de pantalones porque entre el barro de las lluvias y la mugre de la obra, se va a ensuciar de lo lindo.

- Dos remeras. No, tres. No, mejor dos. No tengo tanto espacio en el bolso y prefiero llevar un buzo de abrigo.

- Shampoo no llevo porque cualquier cosa, compramos uno y lo dejamos allá.

- Pero sí voy a llevar el Perifar, porque nunca sabemos cuándo aparecen los "dolores del crecimiento". 

- La valijita de "primeros auxilios" la tenemos en lo de Abu. Cualquier cosa, la llevamos.

- Me estoy olvidando de algo...Ah! Ya sé: el cepillo de dientes!

Arduo soliloquio de una madre preparando el bolso para un fin de semana de vacaciones. Intentando no olvidarse de nada. Ya sé lo que están pensando: hay que hacerse una lista. La organización es clave cuando tenés hijos. Pero sabrán disculparme: esta pisciana hace las listas y después olvida dónde las guardó. Entonces, la vocecita de mi hijo interrumpe felizmente el monólogo interior.

- Mamá, necesito llevar mi osito!

¿Me podes decir dónde meto el osito? Porque, a todo esto, yo también me tengo que vestir y calzar. Y llevar algún libro para esos imaginarios momentos de calma y lectura bajo los árboles.  Pero contesto con dulzura:

- Dame que lo guardo.

Cuando está todo, cierro el bolso. A presión. En la cartera llevo la billetera, la cámara, los lentes de contacto (por las dudas, mirá si pierdo uno y no veo un pomo en todo el fin de semana!) y las llaves. Qué bueno, no me olvidé de las llaves. Ni del celular, lo puse en el bolsillo chiquito de adentro. Ni de los lentes de sol (los llevo puestos) Estamos prontos!
Esta sería una historia ideal si esta madre fuera otra madre. Porque esta madre dista bastante de la perfección y el viernes por la noche, cuando quiere bañar a su hijo -que está sucio como una comadreja después de revolcarse en la arena que quedó de la obra- se da cuenta que se olvidó de algo:

- Amor, vos tenés los calzoncillos de Camilo?

Fede nos los tiene. Yo no los tengo. Los calzoncillos no vinieron. No voy a maldecir porque es "de mal gusto", pero me cacho en cuarenta y cinco y la madre que los parió. ¿Puede ser que no haya una vez en la que no me olvide de algo?

Moraleja: madres previsoras que viajan en ómnibus y no pueden llevar un despliegue infinito de valijas en la baulera del auto: siempre verifiquen tener la ropa interior de sus hijos.