Sobre recibir regalos y juguetes con cajas de cartón.

Juguetes hechos a mano

Sigo en la línea del reciclado de cajas para transformarlas en objetos didácticos y divertidos. No es un capricho. Tengo una explicación. Un argumento que, a esta altura, pugna por transformarse en filosofía de vida.

Transformar para jugar


Las que vivimos con niños sabemos que tienen muchos juguetes. No solo los que nosotros les compramos, también los que les compran los abuelos, los tíos, nuestros amigos y los que se multiplican de forma descontrolada en el día de su cumpleaños. Camilo terminó el 13 de octubre aburrido de abrir regalos. No es una exageración, literalmente me dijo que estaba aburrido, mientras miraba consternado los cien juguetes que tenía alrededor. Quería abrirlos todos, jugar  con todos y se abrumó por el hecho de tener "tantos" a disposición". Le parecía que ése que no le dejamos abrir era el mejor. Y esa frustración de la abundancia es algo que no quiero para ningún niño, mucho menos para mi hijo. Así que mi consejo para otras madres que tienen hijos súper-regalados es que reserven juguetes para otro momento. Especialmente aquellos que no son específicamente para su edad. O los que no le resultan atractivos por el momento pero dentro de seis meses pueden ser el juguete preferido.

Tantos regalos.


A Cami le regalaron dos juegos de lego que ni yo misma tengo la paciencia para armar. Son hermosos y él sabía que los quería abrir primero que nada. Aunque la caja especificaba que eran para mayores de seis años, los abrimos y  nos encontramos con un manual que lo entendés si cursaste la facultad de Ingeniería y cientos de pequeñas piezas de menos de un centímetro.  El fue feliz armando los hombrecitos de lego (lo único que pudimos armar!) pero hasta el día de hoy encuentro piezas de colores en cada rincón de la casa. Conclusión: nunca vamos a poder armar el carro de bomberos, porque sus piezas duermen debajo de las camas o fueron barridas sin querer. Siento pena de pensarlo, porque fue un regalo elegido con total amor y pensando exclusivamente en Camilo, me consta. Pero no era su momento para disfrutarlo.

El empacho de juguetes tiene como resultado obvio el aburrimiento. Y no necesito escribirlo, lo sabemos por experiencia propia. El exceso aburre y el deseo fomenta la creatividad. Mi no-marido no solo lo tiene claro sino que lo puede aplicar con consistencia en la crianza. Yo sufro el síndrome de la madre primeriza: sé con certeza que así funcionan las leyes de la atracción, pero me siento culpable de no entregarle a mi hijo los regalos que eligieron para él. Luego de este cumpleaños multitudinario, no creo que vuelva cuestionarme este punto. Los juguetes los va a disfrutar igual, pero en un momento oportuno a sus intereses y habilidades. Claro, Camilo no tiene otra madre que ésta. Y a esta madre las situaciones cotidianas le despiertan la veta intelectual. Así que terminé el día en una reflexión sobre la sociedad de consumo que mejor ni se las escribo porque es sábado y qué necesidad de ponerme profunda. Por este motivo empecé en la búsqueda de esos juegos y juguetes que podemos construir con ellos (armarlos, pintarlos y usarlos). Y así encontré el avión que publiqué ayer y estos juguetes hechos con cajas de cartón de Apartmen Therapy. Los hay de todos los tipos, sencillos y complejos. De los que requieren habilidad e imaginación y de los que requieren cinco minutos y una tijera. Cada quien sabe cuál es el que puede hacer. Seguro el que hagan, lo van a disfrutar juntos.