Escribe. Emociona. Vende

Escribe. Emociona. Vende



Planificar contenidos y organizar rutinas es el signo de este mes de diciembre. El fin de un ciclo genera tal sensación de proximidad con la novedad que nos sentimos capaces y con ánimo de afrontar todos los desafíos de la nueva etapa.

En mi caso personal, el 2015 supuso una montaña rusa emocional y finalmente, una decisión que cambió todo mi mundo. Lo más importante: me cambió a mí. 

El síndrome del objeto brillante.


Alguna vez mencioné que nunca había encontrado la hoja de ruta que transforma un blog en un negocio y que era mi voluntad escribirla. Exponer el "lado B" de emprender, la arista menos amable de buscar concretar un proyecto personal escribiendo en una plataforma de contenidos. Este es uno de esos post. De los que te cuentan la experiencia humana detrás de un proceso que, a la distancia, brilla.

Sin embargo, sombras hay... y muchas. Inicialmente, no contaba con el apoyo de mi familia. Durante meses, me sentí impotente de no poder compartir lo que estaba sintiendo porque la respuesta era un silencio de incomprensión. Como sintetizó no-marido cuando le planteé mi decisión: "Está bien. Pero tenés claro que es muy difícil de entender para cualquier otra persona que no seas vos".

Cuando llegamos a este punto ya me importaba poco quién podía entender o no. Yo tenía un plan y una desmesurada decidida no es poca cosa. No sé si a vos te pasa pero en mí es una constante: me cuesta desprenderme de una historia aunque esté agotada sin embargo, cuando comprendo que llegó el momento de cerrar un ciclo y vislumbro hacia dónde caminar, me asombro de mi determinación.

Estos últimos meses estuvieron llenos de esa emoción. Del entusiasmo y el asombro constante de vencer mis propios límites. Es también verdad que estas últimas semanas fueron agotadoras. Llevo más de 12 horas diarias de aprendizaje y trabajo, poniendo en orden proyectos que quiero que crezcan en el 2016.

Sería más sabio y prudente concentrarme en un proyecto a la vez porque sufro de lo que Justine, llama el "síndrome del objeto brillante". Me dejo tentar fácilmente y pierdo enfoque por superabundancia de ideas. Esto no tendría un matiz negativo si no significara que todas me parecen igualmente atrayentes y que, como soy una iniciadora, necesito ponerlas en rodaje lo más pronto posible. Ergo, pierdo concentración porque disipo energía.

De todos esos edificios que construyo mentalmente, hay tres que tienen relevancia superior para mí y a los que no puedo renunciar. Seguí la sugerencia de no distraerme con objetos brillantes pero a mi manera desmesurada: decidí concentrarme en dos y concentrarme exclusivamente durante seis horas al día en cada uno de los elegidos.

Comprenderás que luego de dos meses a este ritmo el entusiasmo de comenzar a ver resultados corre paralelo al agotamiento físico. Es un cansancio esperanzado pero... estoy comenzando a vivir los efectos menos amables de escribir un blog. 

Tener un intenso de seis años y un marido que apenas sube la temperatura comienza la migración hacia la playa... no es precisamente el panorama que más colabora con la organización cotidiana en mi hogar.

Aunque estoy cansada, también es cierto que mis dolencias fñisicas anteriores se fueron con la decisión de hacerme cargo de mi deseo. A ver, mi vesícula sigue siendo un apéndice deforme que, cuando se sobrecarga me deja de cama. Sin embargo, ni alergias, ni dolores de cabeza, ni fiebres inexplicables. Mi tratamiento fue tomar una decisión. Tener el mejor grupo de alumnas del mundo, no es un detalle menor.

Proyecciones y sueños para el 2016.


No pienso irme sin contarte dos cosas: la primera, es que me mudo de casa virtual y la segunda...es que en enero se abre la versión definitiva de mi primer programa de formación. Revisado, reformulado y todos los "ados" que se te ocurran. Pero fundamentalmente, "aprobado" por nueve alumnas maravillosas a las cuales no me voy a cansar nunca de agradecer. ¿Nos estamos leyendo?