Perseverar para emprender.

Perseverar para emprender


Cuando pienso en perseverar como una máxima para quienes pretenden un negocio online, me corre un sudor frío por la espalda. La constancia no está codificada en mi ADN. Lo mío es sostener el esfuerzo a puro propósito y la única forma en la que logro constancia en mis acciones es:


  1. Creyendo en lo que hago.
  2. Divirtiéndome mientras lo hago.
  3. Reduciendo al máximo lo que me estresa y dispersa.

Por supuesto, no voy a ganar un premio por estas afirmaciones pero, si estás dispuesta a escuchar (especialmente si tu objetivo es expresar tu talento online aún cuando la perseverancia no está entre tus alelos), te comparto la versión desmesurada de cada uno de estos puntos.  



Perseverar para emprender.



Hace años identifiqué un patrón de comportamiento desmesurado. Amo iniciar proyectos. Me motiva el desafío de hacerme un espacio en territorio desconocido. Cuando me encuentro en esa situación, genero ideas de forma frenética. 


A simple vista, no parece tener nada de malo. Sin embargo, la experiencia me confirma que la descarga masiva de ideas es una anomalía. La catarata de imágenes y palabras sueltas requiere orden y ordenar la desmesura consume tanta energía que dejo de existir para cualquier otro asunto vital. 


Mientras estoy en la etapa de iniciación de un proyecto no me necesites para mucho porque mi cerebro no puede atenderte con atención. No es negligencia: es un mecanismo de defensa. Cuando busco formas de sobrevivir en terreno desconocido, no me queda resto para pensar en asuntos de la vida cotidiana. En esta situación, perseverar no es un mérito sino instinto de supervivencia. 


Sin embargo, ¿qué sucede cuando el proyecto comienza a tener forma? En un amplio porcentaje de los casos, descubro que no me interesa tanto como suponía. Los motivos no son relevantes. Quizás no era tan desafiante o dejó de serlo cuando satisfizo mi curiosidad de aprender. Quizás se revela en el camino alguna faceta que se opone a mi forma de entender la vida o la forma en la que pretendo vivirla. 


También es posible que no exista un motivo específico que me impida seguir adelante y sin embargo, siento que sostener el ritmo de trabajo que supone esta actividad es agotador.  Entonces, se complica el escenario.  


¿Cómo perseverar para emprender cuando perdiste el impulso inicial?


La desmotivación posterior al entusiasmo del génesis fue un clásico de mi conducta durante demasiado tiempo. Si algún beneficio tiene conocerse y tener el deseo de superarse es anticipar problemas y generar estrategias para resolverlos. Entonces llega el momento de poner sobre la mesa las tres afirmaciones que mencioné en la introducción de este post. Que no por simples son menos útiles o significativas.  


1- Creer en lo que hago.


Hay que segregar alguna hormona de la que carezco para perseverar en un proyecto por el cual no siento pasión o fe. Tengo claro que sostener pasiones acaloradas a lo largo de los años no es precisamente sencillo pero, la pasión puede transmutarse en otras formas de energía que permiten sostener la fe más allá del tiempo. Cuando creemos en lo que hacemos la constancia es una fuerza que se mueve por sí sola aunque tambalee la esperanza. 


“La mayor parte de las cosas importantes del mundo, han sido logradas por personas, que han seguido intentando, cuando parecía que no había esperanza”

Dale Carnegie


2- Divertirme con lo que hago.


Desde la perspectiva desmesurada, este punto es ineludible. Las actividades por las cuales perdimos el placer lúdico no fomentan la constancia. ¿Cómo repetir una y otra vez algo que te aburre mortalmente?

La pregunta anterior, encierra otro cuestionamiento, quizás, más difícil de responder: ¿cómo evitar perder la diversión cuando una actividad se transforma en un trabajo? Si tuviera la fórmula universal, en este momento La Desmesurada sería tema de conversación en CNN por lo que no me interesa crear falsas expectativas. Hasta el momento, me limito a:


  • Confiar en el poder de la creatividad. Si la rutina te permite un espacio para ser creativa, entonces las excusas para procrastinar se diluyen en el entusiasmo de experimentar e innovar.
  • Crear nuevos retos periódicamente. Retos que puedo cumplir en un lapso de tiempo razonable como para motivarme con el proceso de cumplirlos.


3- Reducir al máximo lo que estresa, dispersa o frustra.


La  vida adulta es en gran medida un período de adaptación al estrés. Lo entiendo pero no me conforma. Opino que tendríamos que hacer lo que esté a nuestro alcance para reducir el estrés a su mínima expresión. Esta desmesurada, busca todas las herramientas y situaciones que le permiten vivir con menos agobio y dispersión. Durante años me adapté a rutinas contrarias a mi energía física y emocional porque pensaba que era un signo de inmadurez esquivar las presiones propias de mi entorno social. 


Con cuatro décadas de vida me importa poco medir mi índice de madurez. Conozco las situaciones que me estresan innecesariamente y las evito. Punto. Sin más. Lo inevitable es la reacción inicial de otras personas a tu negativa pero ese, es otro tema.


También reconozco una forma del estrés que motiva y fomenta la constancia. Por ejemplo, para una introvertida como quien suscribe, hablar en público es motivo de ansiedad profunda. Aceptar una conferencia es colocarme voluntariamente en una situación de incomodidad que puedo aceptar porque es parte del reto de trasmitir mi mensaje. 


Reducir los factores de estrés no significa esquivar el esfuerzo o negarse a desafiar a la comodidad de cómo decimos ser o de la forma en la que elegimos vivir hasta el momento. El esfuerzo personal es ineludible y roza lo fantasioso anhelar sin enfocar nuestra atención para seguir un plan de acción específico, para terminar lo que comenzamos o incluso para entender cuando hay que rendirse a las circunstancias y permitir que tomen su curso natural.


No se trata de inmolarte sino de perseverar.


Como verás, no pretendo ser original sino contarte las formas en las que mantengo en alto el estandarte de la constancia aún cuando no es mi principal aliada. También me gustaría contarte que todo aquello en lo que quieras perseverar para emprender, se lleva mejor en compañía que en soledad. 


Contar con quien conversar de lo que te pasa, con un mentor que te escuche, un grupo de apoyo con el cual compartir tus dudas e inseguridades, es crucial. 


La fuerza de otra persona puede ser el ingrediente secreto para ser constante. Un testigo te hace más constante porque tus intenciones ya no son secretas. Hay alguien que conoce cuál es el camino a recorrer y un sano sentido del orgullo te va a impulsar a cumplir con esos pasos cuando hay una mirada sobre ellos. 


Ahora es tu turno. ¿Cuáles son tus secretos para mantener la constancia aún en los peores momentos? Te escucho con atención porque, como te contaba al principio, una sabe de que pierna cojea.